top of page
urdapilleta.jpg

ALEJANDRO URDAPILLETA

Lo que necesito es un ser humano, una persona coherente, simpática, bien vestida, con buen aliento… Alguien con un poco de cultura… Alguien con quien mantener una charla…Un buen tête-à-tête. ¡Pero claro! ¡Es pedirle peras al olmo! ¡Si por lo menos sonara el teléfono! (Mostrando el celular.) Una vez nada más. Pero nooo… No va a llamar nunca más… ¡Y ustedes lo saben bien! Y yo aquí tan sola, con este agujero afectivo que me ha dejado, con este buraco en el pecho. ¡Qué desgraciada soy! (Saca un cigarrillo y espera que alguien se lo encienda). ¿Ustedes no saben que dejé de fumar? ¿Qué quieren? ¿Qué me muera de un cáncer al pulmón? ¿Eso es lo que quieren?... Para heredar mi fortuna, seguramente. Pues sepan que ya está todo testamentado, muebles, alhajas, escobillones, obras de arte, electrodomésticos, pares de medias… Todo testamentado por escribano… Y no precisamente a vuestro favor… Le dejaré todo a una Academia de Artes Marciales que hay en Caballito. Amo el Kung Fu. Creo que todos los ciudadanos argentinos deberíamos aprender Kung Fu en algún momento de nuestras vidas. ¡Y no me contesten, eh! ¿Qué me miran, están aburridos? Vayan a Plaza Italia y levántese un negro asqueroso y después vengan a pedirme plata para el aborto. ¡Les voy a decir que no, por supuesto, porque estoy a favor de la vida, no de la muerte! ¿Suena el teléfono? ¿Sí? No. Sí. No, qué va a sonar… Estoy sola como una perra. Ustedes saben bien que yo soy una persona amplia y generosa. Yo me desvivo por el prójimo, por los demás. Soy filantrópica a más no poder. Lo saben muy bien. Hay dos cosas solamente que no soporto en el ser humano: ¡que agarren mal los cubiertos para comer y que no se pongan de pie para escuchar el Himno Nacional! (A alguien del público). ¡A ver! ¡Muéstreme la palma de su mano! (Pausa) ¡Una vida maravillosa! ¡Usted tendrá lo que se dice una vida maravillosa! ¿De qué se queja? ¿Usted no sabía que somos máquinas? ¿No sabía que somos seres mecánicos que cuando decimos yo ahora, y en cinco segundos después decimos yo de nuevo, esos yoes son totalmente distintos? ¿No lo sabía? Cultívese un poco ¡Lea! ¡No es todo material! ¡Hay espíritu también y no me conteste! ¡No emita sonidos! Pero claro… ¡Usted es de una clase social tan baja!... Dígame… ¿Usted es adoptada? ¡Tiene cara de adoptada!... ¿Suena el teléfono? No, no suena. ¡Si por lo menos me llamara y me dijera las coordenadas! Si me dijera en qué zona se encuentra. Esperemos que no se haya parado en Zelaya y Jean Jaurés. ¡Se lo prohibí terminantemente! (Busca en su cartera o bolso). ¡Alguien me anduvo revisando la cartera! Ya mismo voy a llamar a las fuerzas del orden. Me falta una alhaja valiosísima. ¿Para qué la quieren? ¿Para venderla? ¿Para irse de viaje? La gente decente como papá y mamá tienen derecho a viajar. Pasamos temporadas enteras en las Islas Galápagos, de ahí mi afición por las tortugas. Amo a las tortugas. Creo que es el animal más noble del planeta Tierra. No hay, no existe un animal más simpático, más divertido, más gracioso que una tortuga. Tortuga que veo por la calle me la llevo inmediatamente. Yo voy a saber hacer de ella una tortuga de bien… ¡No llama, no llama! ¡Esto me pasa por ser tan humana! ¡Cuánto más humana es una más la toman para el churrete! (Alguien trae un aparato como un respirador extraño y se lo pone en la cara. Quedan un rato así. Hace movimientos compulsivos. Finalmente se calma. Se va con el respirador puesto).

Texto editado de Los fabricantes de tortas, obra estrenada en el marco de la I Bienal de Arte Joven (1989). Intérpretes: Batato Barea y Alejandro Urdapilleta. Más tarde representada en el Parakultural y en la apertura de la Sala La Cancha del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas (UBA).

bottom of page